No penséis que es
pretencioso este post y su título: Para nada. Y es que llevo un montón de
tiempo dándole vueltas a este asunto, y visto lo complicado que parece
posicionarse en este incipiente mundo 2.0, de forma individual o respondiendo a
cualquier intento corporativo o institucional de crear y asumir herramientas de
comunicación interna o externa, creo que merece la pena algunas reflexiones y
como para compartirlas hoy con vosotros esperando vuestras aportaciones.
Huelga decir que para que alguien tenga éxito en esto de las redes sociales, debe añadir a su virtual existencia un grado mínimo de humor, de condescendencia, de empatía y de implicación (de actitud, podemos concluir), sumado a una pequeña dosis de humanismo compartido y extraído de tu plano doméstico, donde edulcores tanto virtualismo con un poco de tu vida particular y real: compartiendo alguna foto de dónde desayunas, de cómo está la plaza de la catedral esa mañana, de tu último viaje junto a tus niños, de lo jodido que está el tráfico o lo bien que te quedan esas mechas de color que hacen que cambies hasta tu "perfil avatar".
Pero volvamos al
plano científico de nuestro devenir 2.0, puesto que por esta vía parece ser que
es mucho más aceptable cualquier posicionamiento e idea vendida, por muy poca
experiencia que acumulemos, o por mucha que acumules alrededor de las mismas
incertidumbres, no nos engañemos, no siendo esta la que termina siendo encajada
en ese arquetipo y perfil “dospuntocerista" que se ha ido modelando y que
engendra, a mi parecer y a la vez, esa enorme brecha de la que otras veces nos
quejamos y descubrimos como verdadero handicap para que el resto de compañeros
pasen a este lado "tan selecto" y que te tilde de
médico/enfermera/profesional 2.0 e implicado en el Social Media o en la e-Health que, si aparte no manejas ni sabes
inglés, apañado vas, y a costa de litros de café y/o tabaco consumidos
paradójicamente desde la soledad de tu rincón compartido: Twiteo,
luego existo.
Sería gratuito el
intentar, prosaicamente, repasar los seguidores y seguidos por cualquier
usuario de Twitter como para aplicar el refrán del título del post ya que,
perfectamente, en esa idea de pluralidad, de inquietud y de necesidad de
conocimiento, cualquiera podría jugar involuntariamente al despiste en cuanto a
sus afinidades ideológicas, sexuales, de edad o gustos; incluso al despiste
intelectual, ya que ejemplos de inoperancia y superficialidad Twittera tenemos
unos cuantos y quizá (seguro), no sean ejemplos muy válidos de los que la red
está llena (cuentas que se abandonan a los pocos días, que símplemente hacen
retwits de otros, que no son manejadas por sus titulares y si por agentes de
prensa en el más despectivo sentido de la palabra...) y presuponiendo
potenciales grados de valía de ser manejadas y "operadas" bajo unos
mínimos criterios que sumasen algún mayor valor añadido y de ser cuidadas de
otra manera...
Resulta que todo
esto, y esa cuantificación que requieren estas cuestiones cuando más de una vez
nos hemos preguntado por la tangibilidad y reflejo en resultados de nuestra
vida 2.0, está estudiado y medido desde hace un tiempo y con
relación, al menos, a la variable demográfica en que nos constituimos todos
como parte del invento y desde que nos posicionamos en la nube.
De acuerdo con los
resultados de la investigación, los atributos sobre la religión o el origen
étnico se determinaron con precisión, mientras que los de edad y sexo
resultaron más aleatorios, vistas, posiblemente, todas esas posibilidades de
camuflaje avatárico e indecisiones genéricas y lo pueril de muchas de las
entradas y trifulcas que provocamos o de las que somos espectadores perplejos.
El estudio es de Daniel Gallo Avello, investigador de la
Universidad de Oviedo, que aplica el concepto de homofilia, en el sentido del
grado de similitud entre individuos que se comunican, para asignar
características a cada individuo presente en un grafo social, para lo cual
desarrolló el referido algoritmo, que se basa en una clasificación de la
información personal obtenida a partir de las relaciones sociales en Twitter y,
así, poder calcular la probabilidad de que un miembro tenga unas determinadas
características.
El algoritmo tiene únicamente en cuenta vínculos que una persona se ha creado hacia otros individuos.
El algoritmo tiene únicamente en cuenta vínculos que una persona se ha creado hacia otros individuos.
Yo no dudo de la base
científica del estudio, pero si quisiera introducir un rango de aleatoriedad
que no sé si el trabajo reflejará o tendrá en cuenta y en el sentrido de que no
puedo, por mucho que quiero sacarme la voz de mi mente, olvidar aquello que mi
madre me decía y repetía una y otra vez intentando cargarse de la razón que
cualquier picia mía le brindaba:
-"Antonio, es
que tienes unas amistades que no te hacen bien y que son peligrosas...".
Siendo este,
posiblemente, el ""factor sesgo" que toda esta cuantificación
encierra y que preferimos olvidar porque, en el fondo el invento nos gusta y
nos ha enganchado, prefiriendo obviar estas cuestiones ya que algo saldrá de
todo esto: ¿Seguimos corriendo el riesgo, verdad?.
Antonio J.
Valenzuela. @dccu
No hay comentarios:
Publicar un comentario