Aunque debería ser algo obvio,
muchas veces ocurre que el director de comunicación (Dircom 2.0) no está
adecuadamente posicionado en el organigrama de las organizaciones. Incluso,
estando bien ubicado, en ocasiones resulta que sus funciones profesionales no
son contempladas por los superiores con la debida consideración. Ciertas
experiencias ponen de manifiesto que, a priori, no todo consiste en ganarse el
puesto de Dircom 2.0 en las entidades. Dadas las singulares circunstancias que
rodean a tan importante profesional, quizás sea más importante desde un primer
momento pretender de las cúpulas directivas la confianza oportuna y sentar las
bases imprescindibles para llevar a cabo sus trascendentales funciones.
Por principio, las
organizaciones deberían otorgarle al Dircom un papel sumamente preponderante en
la aplicación de las estrategias que lleven a cabo, siempre teniendo en cuenta
los niveles de confianza, de responsabilidad y de capacidad de medios técnicos
y humanos que les sean conferidos.
Todavía en muchas
empresas u organizaciones la figura del Dircom 2.0 no es contemplada o tenida
en cuenta como algo fundamental para el adecuado hacer corporativo. A veces,
dependerá del propio profesional responsable al efecto demostrar ante los
superiores de turno su trascendental labor para así generar la debida
sensibilidad al respecto y, por consiguiente, garantizar su labor de cara al
logro de los objetivos proyectados.
Por tanto, yo añadiría
al interesante decálogo del artículo en cuestión sobre las habilidades y las
características que ha de poseer un buen Dircom 2.0 el hecho/circunstancia
fundamental de que éste sepa “venderse” o hacerse valer internamente de la
mejor manera posible. De tal modo podrá evidenciar su imprescindible función en
la gestión de la entidad correspondiente, hecho éste que en demasiadas
ocasiones no suele ser reconocido.
Estar a la última de cuanto se genera en el
universo de la nueva Sociedad Digital ha de ser, sin lugar a dudas, todo lo
necesario y preciso que queramos argumentar. Sin embargo, si los jefes no
logran estar en la sintonía y en la complicidad de los retos comunicativos
internos y externos del Dircom, entonces no sólo será malo para nosotros como
profesionales de la comunicación, si no también será negativo para la propia
organización corporativa/empresarial.
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