viernes, 27 de julio de 2012

LA COMUNICACIÓN INTERNA EN EL PRESTIGIOSO BANCO ‘LOS PREVISORES DEL MAÑANA’ (PARTE II)

27 de julio de 2012.-

(continuación
ANOTACIONES A PROPÓSITO DE LA GESTIÓN DE LA COMUNICACIÓN INTERNA EN EL PRESTIGIOSO BANCO ‘LOS PREVISORES DEL MAÑANA’)


“Un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo”


Desafección (Un cerebro criminal)
Las intenciones del señor Galindo no pueden ser más nobles. Siempre he opinado que sólo pueden jactarse de haber disfrutado de una existencia plena quienes, llegada la hora postrera que a todo el mundo alcanza, pueden acreditar la autoría de una obra literaria, la paternidad de un hijo, la participación en algún programa de repoblación forestal y el atraco a un banco. Para esto último, además, existen en estos tiempos que corren innumerables alicientes.
El señor Galindo quiere atracar un banco. El banco de Don Prudencio. Si la organización para la que trabaja no le reporta sino insatisfacciones, habrá que fundar otra que proporcione a la plantilla de Los Previsores del Mañana la felicidad que hasta ahora le ha sido hurtada. Y qué mejor alternativa que una banda criminal especializada en atracos a entidades financieras.
 Si el liderazgo en la oficina está usurpado por un sátrapa mezquino y amanerado, no existirá más salida que fundar un nuevo liderazgo, más audaz, más justo, más atento a las necesidades del equipo. Acaba de amanecer un nuevo líder, un entendimiento engendrado para el delito, un criminal de gabardina, pajarita y sombrero borsalino llamado Fernando Galindo. “Aquí quisiera yo ver a Al Capone”, presume el contable.

Valores compartidos (Vacaciones en Chamonix)
 Don Prudencio no puede imaginar en la reclusión de su despacho que sus sometidos empleados han encontrado una organización que premia sus esfuerzos con mayor generosidad que Los Previsores del Mañana. Y mucho menos, que ese premio será sufragado por las arcas del banco cuya sucursal, a decir de la superioridad, tan sabiamente dirige. Deberíamos explicarle por qué Benítez, Castrillo, Martínez, Cordero y la señorita Enriqueta han confiado su suerte al liderazgo incontestable de Fernando Galindo, encargado del departamento de cuentas corrientes y, desde hace escasos días, criminal irredento.
 En primer lugar habría que mostrar a Don Prudencio cómo estos pacíficos asalariados, devenidos en hampones, han aceptado con entusiasmo los valores que, debidamente detallados por el cabecilla, constituyen la razón y el objeto de esta banda criminal. Todos, unánimemente, participan del entusiasmo de una empresa cuyo fin es el de proporcionarles una vida mejor. “Yo quiero veranear en la Costa Azul y pasar el invierno en Chamonix, alternando con las campeonas del slalom gigante”, confiesa Galindo. “A mí lo que me gustaría es visitar Logroño –revela, más humilde, el conserje- Mi padre era de allí”.
 No es ésta una banda carente de atributos morales. Cada uno de sus miembros coincide en su convicción de que el atraco a un banco constituye un acto ético. Algo que toda persona decente debería intentar al menos una vez en la vida. “Yo soy incapaz de robar a un semejante. Pero un banco no es un semejante. ¿Quién pierde el dinero cuando se roba un banco?”, alecciona Galindo a sus correligionarios, ante el asentimiento comprensivo del grupo. Y por si fuera poco, la banda, en expresión de su inquebrantable adhesión a la cultura de la organización, ha decidido utilizar dos millones de pesetas del botín en la financiación de un plan de pensiones para Don Felipe.
Don Prudencio debería de tener en cuenta todas estas cosas.

Liderazgo (Un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo)
Sobre todas estas mentes criminales descuella el entendimiento calculador y frío de Galindo, cuyo liderazgo imperturbable es aceptado sin disensiones por los miembros de su banda. ¿Entendimiento calculador y frío? ¿Liderazgo imperturbable? ¿De veras?
Cierto es que el contable goza de un prestigio reconocido por el grupo. Sin embargo, y tras un escrutinio atento, uno puede llegar a concluir que sus elecciones no son las más afortunadas.
Galindo procura fomentar, con mayor o menor acierto, el trabajo en equipo, actitud encomiable que se materializa en la asignación a cada uno de sus compañeros de una tarea precisa, un trabajo especializado sin el cual el asalto no sería posible. Pero este cerebro criminal tiene sus debilidades.
Galindo no parece estar dotado para la distribución de tareas en atención a las especificidades de los talentos que se encuentran a su disposición. Valgan algunos ejemplos.
Castrillo es elegido para conducir el vehículo que les pondrá en fuga una vez cometido el asalto. Sólo una objeción: Castrillo no sabe conducir. Un pequeño detalle que acabará con el improvisado chófer estampándose contra una farola en el primer ensayo del atraco.
Benítez y la señorita Enriqueta han de hacerse pasar por una pareja de prometidos con el propósito de contratar el coche nupcial que se utilizará en el robo. Pero Galindo no ha considerado que Benítez es hombre de manos largas y Enriqueta dama de escaso aguante. Al primer intento de tiento, un guantazo de Enriqueta solventa el asunto. “Evitemos cuestiones personales”, ruega el mortecino líder.
 Tampoco puede decirse que el encargado de cuentas corrientes posea conocimientos actualizados en materia de práctica y técnica criminales. Y, por si todo esto fuera poco, presenta, como defecto más notable, una comprometedora admiración por la femenil condición, encarnada en este caso en las piernas larguísimas de la cabaretera Katia Durán (Katia Loritz). Ebrio de amor, Galindo le revela los planes de la banda, sin sospechar que la propia Katia es miembro de un grupo criminal también interesado en atracar la sucursal. “Un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo”, es el saludo que el cortés Galindo dedica a la bella Katia en cada uno de sus encuentros.
 Como caballero, un hombre galante y seductor; como líder criminal, una nulidad.

A modo de resumen
Un liderazgo conservador y autoritario que ha desterrado toda posibilidad de establecer relaciones informales entre los empleados y entre éstos y el grupo directivo. Una dirección sorda a las necesidades y sugerencias de los trabajadores, a quienes disuade de adoptar iniciativa individual alguna. Un grupo de empleados desincentivados que no creen posible percibir como propio un modelo de empresa cuyos valores (disciplina, obediencia, jerarquía indiscutida) les excluyen.

Una plantilla desorientada a la que la empresa apenas sugiere lo que de ella se espera obtener. Una oficina que parece concebida para abortar cualquier intento de establecer relaciones personales, con una distribución del espacio que confina a los empleados en un cercado delineado por el mostrador y les separa de la dirección, localizada en el piso superior con la intención de subrayar el carácter jerárquico de la organización.

Definitivamente, la gestión de la comunicación interna de Los Previsores del Mañana resulta calamitosa. Y luego se quejarán de que les atraquen.

The end

Como era de suponer, el atraco resultó un fiasco. Antes de que Castrillo, Benítez y Martínez hicieran su entrada estelar en la sucursal, enmascarados y pistola de plástico en mano, la banda de la artera Katia ya había hecho acto de presencia. En la confusión, y con el humano propósito de salvar el pellejo, los empleados consiguieron reducir a los atracadores profesionales. El diario local tituló al día siguiente en grandes caracteres: “La enérgica actitud de los empleados impidió la comisión del delito”. Como premio a su arrojo, una paga extra y una mención en el boletín del banco (en el que probablemente ningún empleado haya escrito jamás ni una sola línea).

Las peripecias hasta aquí consignadas esconden una enseñanza edificante para los miles de trabajadores empleados al servicio de la banca española: robar un banco no es un comportamiento propio de un empleado honrado.  Para esos menesteres ya están los consejos de administración.

Por ANSELMO FRANCISCO CABALLERO PÉREZ

Enlaces propuestos

1.- ¿Por qué las empresas le tienen miedo a los canales informales de comunicación interna?
2.- Nonaka y Takeuchi: Cinco condiciones para generar conocimiento tácito y explícito
3.- III Estudio sobre la comunicación interna en España
4.- Los diez jefes más horribles del cine

No hay comentarios:

Publicar un comentario